Cuando una nace en una familia como la mía, es difícil no pensar así.
Que las calles estén vivas es gracias a quien las usa.
Esa calles que brillan con luz propia, que tienen vida, que hablan, es entre otras cosas, gracias a los escaparates de sus comercios.
Todos tenemos un sitio en ellas, todos somos necesarios.
Muy lejos me quedan las primeras lecciones, pero no solo no han pasado de moda, sino que son tendencia en este preciso momento.
Oímos cada minuto una historia personal que parte el alma en dos, un sueño que a pesar del esfuerzo que había detrás, no se ha hecho realidad, una pasión truncada, una vida rota y lo que es peor, la desidia y la ignominia más absoluta como ayuda.
Pienso y escribo con temor.
Mañana me puede pasar a mí.
Es cierto que la ayuda es la que es, pero hasta ahora tampoco hemos sabido cuidar de nosotros mismos.
Ahora nos echamos las manos a la cabeza.
Dí mis primeros pasos en el suelo entarimado de la tienda de mis padres, seguro que me harían carantoñas las clientas, recibí regalos de ellas mismas, cuando hice la primera comunión y me casé.
Pertenecían a nuestro pequeño mundo, preguntaban si había alguien enfermo, te hacían partícipe de sus penas y sus glorias, se reían y lloraban contigo, te contaban esas cosas íntimas y personales que no le contarías a cualquiera.
La tienda era su sillón de psiquiatría, su aspirina, su tribuna, su cocina y me atrevería a decir que hasta su alcoba.
Donde ha quedado eso, donde está esa familia, ese recurso de última hora y que además era el acertado. Donde están esos secretos, esas libretas donde se apuntaba " al debe ". Donde esta ese viejo mundo por el que pagaríamos ahora, sin apenas pensarlo dos veces.
El colmado, la zapatería, la mercería, la tienda de muebles, la carnicería y así hasta mil...
Añadiré de corazón, que yo tengo lo más parecido a ese público, mis clientes son mis amigos.
Soy consciente de que no todo el mundo puede decir lo mismo, y por eso escribo con miedo y mucho, mucho respeto.
Tengo una mezcla de sentimientos, terror, pena, agradecimiento, satisfacción, incertidumbre, ilusión, ganas de seguir...
Espero poder hacerlo.
Nadie sabe lo que el destino le guarda.
Arrivederci !!!
P. D.
Por todos los pequeños empresarios que han visto como sus negocios no soportaban una mala envestida como está.
Mi admiración más sincera, va para ellos.
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