Acabamos de entrar en la sala.
Polvo en suspensión, silencio temeroso y la mitad de aforo. Todo esto detrás de una protectora mascarilla y con todas las medidas de seguridad impuestas por el teatro.
Ambiente frío, solitario de diario y no festivo. Lo único que es como siempre es la atención de las azafatas para garantizar que el espectador disfrute como siempre de este momento.
No han apagado las luces, pero ya se intuye algo.
Alessandro Baricco, autor del libro, ya me fascinó la primera vez, que como una espectadora de excepción, me contó la historia del comercio de la seda en la Francia del siglo XIX
Más tarde François Girard lo llevaría a la gran pantalla.
Hoy después de dos siglos, aquí me encuentro, cara a cara con ese Japón que tanto me fascina.
Seda.
Comienza la función. Arriba el telón.
Arrivederci !!!
