No, sin mi abanico ...
Y no es una frase hecha. No salgo sin mi abanico, a ningún sitio, a ninguna parte, a ninguna hora.
Creo que no volvería a casa si me hubiera olvidado el móvil o el libro, pero si que regresaría si me faltara un abanico en el bolso, en estos días de verano, tan del gusto de mucha gente.
No querría parecer irónica, o quizás sí, no lo se bien. Da lo mismo ...
Es un buen invento este artilugio oriental, capaz de mover el aire con un rítmico y ligero juego de muñeca, evitando así un desmayo inoportuno y a la vez añadir algo de gracia y hasta garbo a un atuendo inacabado. Colocándose directamente como uno de los complementos más de moda cada verano.
Los hay de todas las calidades y acabados, desde los mas sofisticados y delicados hechos a mano, en marfil o nácar y entelados en seda o papel de arroz, hasta los mas manejables y divertidos, en un sinfín de colores muy fáciles de combinar.
¿ Quién no ha oído hablar del lenguaje o código secreto del abanico ?. Eso nos pilla muy lejos y somos más prácticos que todo eso, por lo tanto nos dejaremos llevar por la parte estética y no por la romántica.
Lo que en otros tiempos fue sinónimo de clase social acomodada, se populariza y reinventa cada temporada para ayudarnos a aliviar las altas temperaturas.
Me encanta cuando acudes a algún evento y la organización ha colocado un abanico para tí en tu silla. Me parece un toque muy " chic " y de agradecer en muchos casos.
Así que ya que el termómetro lo sugiere y la época del año también, solo tienes que encontrar el tuyo y sacar tu aire más español.
Che non pùo prendere oggi ?.