Después de la tormenta siempre llega la calma y aunque sea salpicada por un horario que cumplir, alguna colección de última hora que ver y flecos sueltos por atar, que siempre salen, llega el ansiado tiempo de parar y hacer de lo diario, algo menos estresante.
De la misma manera que madrugo para desayunar, corro a casa para leer.
No soy ninguna maquina, ni mucho menos leo en diagonal, ya querría yo, pero si que es cierto que me cunde.
Con dos lecturas a caballo una tercera en frente de mí, abrazada por mi manta de sillón y con una taza de algo caliente entre las manos, es el momento de disfrutar de este efímero estado de leviatán.
Alimentaré pués cuerpo y mente, con macarrones, estrellas, música y un librero " demodé ", que me encantaría poder conocer y visitar.
Arrivederci !!!
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