martes, 1 de septiembre de 2015

" Ya de vuelta ".

" E ritorno ".

                Aterrizo y ya lo noto. Veo como se mezcla la clase y el estilo con los primeros turistas que salen disparados en busca de fotos y monumentos, souvenirs y otras delicias veraniegas.
Los pañuelos de seda, los bolsos de piel, las camisas y polos ajustados, por supuesto con el cuello levantado, caminan de la mano con las sandalias con calcetines y las bermudas de múltiples bolsillos.

Mi condición de " medio turista ", me hace ver la ciudad con otros ojos, la realidad de otra manera.

Sin filas que hacer, sin prisas ni horarios, me parapeto en la terraza de cualquier cafetería, o en cualquiera de las plazas que se me ofrecen, con un maravilloso espresso delante y todo el tiempo del mundo, me preparo para ver como esas filas, que no pienso hacer ninguna, se forman delante de mis ojos para que yo las estudie y aprenda.
Poco a poco y con precisión de cirujano, disecciono a cada uno que pasa por delante, siempre y cuando sean oriundos y no foráneos. Tarea nada fácil, por otra parte.

Pantalones estrechos, faldas y vestidos vaporosos, que se ajustan a la figura como un guante. Mocasines de piel, carteras de trabajo de firma.
La moda está en la calle y también en las tiendas. Via Veneto, no me decepciona, sigue estando como estaba.
Escaparates con la nueva temporada. Brillos y perlas, pieles y lanas, botas y foulards. Esperando para que yo las vea, las toque, las pruebe y también me las lleve.

Me he paseado entre charoles y pieles labradas, he adornado mis manos con piedras y cristales de colores, me he subido en todos los tacones que he podido y he puesto todo el color al próximo otoño.


De noche los pasos me conduce hasta Via del Corso. Siempre atestada de gente, pero esa es precisamente la gente que yo quiero ver. Esa es la clase de gente que me interesa. La que sale a cenar, a tomar una copa, a poner el mundo en su sitio o simplemente a vivir. Lejos de flashes, selfies y otras lindezas tecnológicas.

Una pasarela en plena calle, aunque seguro que para ellos no será la intención mas inmediata.

Me hace gracia, como ésta caótica ciudad, inalterable en el tiempo y a la que no le interesan muchos cambios, me demuestra una vez mas, que domina el buen gusto como ninguna y que como la gran cúpula, ampara en silencio, ve y se deja ver, atrae pero no arrastra y lo que es más importante, te influye sin que lo notes.


No tengo ninguna duda, es su estilo, su ambiente, sus gentes, ese carácter alegre y despreocupado que les hace ser los mejores embajadores de " La Dolce Vita ".

                    Cosa si può chiedere di più?.